La manera en que alguien guarda un contacto en su teléfono puede ser más reveladora de lo que pensamos. En el programa “Rumis”, La Joaqui desató un divertido debate al contar cómo la tiene agendada su novio, el cantante Luck Ra. La anécdota, lejos de ser trivial, abrió una ventana a las costumbres afectivas y los rituales digitales que acompañan las relaciones modernas.
Entre risas, La Joaqui confesó: “Chicos, el hijo de puta de mi novio me tiene agendada como La Joaqui”. Explicó que, desde que se conocieron, Luck Ra nunca se molestó en cambiar el nombre. “Yo le digo: Pero Facu, al menos poneme Joaquina”, agregó, mostrando cierto aire de reproche.
La curiosidad se extendió al resto de los panelistas. Lizardo Ponce preguntó: “Pará, ¿y vos cómo lo tenés?”. La respuesta de La Joaqui fue: “Facu con una estrella al lado. O sea que yo sabía que algo más iba a ser, porque lo del emoji significa mucho”. La Tía Sebi, con humor, analizó: “Facu, pero de bronca”.
El intercambio derivó en un análisis de los apodos, sus significados y las preferencias de cada uno. Lizardo planteó: “La Joaqui me da como muy La Joaqui artista, ¿entendés?”. La Tía Sebi indagó: “¿Vos cómo, cómo te gustaría que Facu te agende?”. Lola sugirió: “Para mí, Joaqui”. Lizardo propuso alternativas como “Joaquita” o “Joaqui corazón”.
La Joaqui, finalmente, reveló su preferencia basada en una vieja costumbre: “En la ‘a’. En realidad yo era, eh, yo soy de la generación en la que todavía cuando te mandabas mensajes y querías que esté tu amor primero ponías, ponele, el nombre que sea y primero ‘aaa’ para que te aparezca primero en la lista”. Una práctica nostálgica en un mundo dominado por algoritmos y listas de contactos infinitas.
¿Qué dice este detalle sobre la relación de La Joaqui y Luck Ra?
Más allá de la anécdota divertida, la forma en que Luck Ra tiene agendada a La Joaqui plantea interrogantes sobre la dinámica de la pareja. ¿Es un simple descuido o refleja una falta de atención? ¿O tal vez es una muestra de cariño a su faceta artística? Lo cierto es que, en la era digital, hasta el más mínimo detalle puede convertirse en un símbolo con múltiples interpretaciones. La conversación en “Rumis” demostró que, incluso en las relaciones más modernas, las pequeñas costumbres y los apodos siguen teniendo un peso importante.